TEATRO

El tiempo y la habitación Botho Strauss

El 21 de diciembre de 1995 el Centro Dramático Nacional estrenó El tiempo y la habitación en versión de Ela Fernández-Palacios y Jaime Siles, versión recogida en Primer acto: Cuadernos de investigación teatral, Nº 303, 2004, págs. 61-85, con traducción de Jaime Siles; dramaturgia de Ignacio García May. Intérpretes: Francisco Olmo, Ángela Castilla, Jesús Castejón, Anna Lizarán, Chema de Miguel, Chete Lera, Bosco Solana, Pedro María Sánchez, Lola Dueñas. Iluminación: Dominique Borrini. Escenografía y vestuario: Hildegard Bechtler. Se estrenó en el Teatro María Guerrero del Centro Dramático Nacional.

Botho Strauss (Naumburgo, Sajonia-Anhalt, 2 de diciembre de 1944) es un dramaturgo y novelista alemán. Pertenece a la generación que empezó a publicar a finales de los años sesenta, tomando el relevo de los autores de la inmediata postguerra en torno al Grupo 47. Se le considera uno de los autores más importantes y también más polémicos de la literatura alemana actual.

La pieza de este dramaturgo alemán discípulo de Brecht resume el contexto de la Alemania de finales de los años sesenta, de la vida de las pequeñas ciudades hecha de grandes y minúsculos fracasos personales, de falta de valores a los que aferrarse.
Sus personajes son aquellos estudiantes que a finales de los sesenta quisieron cambiar la vida de forma cualitativa y no parece que consiguieran mucho.

Escrito en 1989, DIE ZEIT UND DAS ZIMMER, es un poema escénico sobre la desolación de un individuo en la sociedad contemporánea. La trama nos cuenta, de manera atemporal y fragmentaria, la vida de Marie Steauber, una mujer que busca crecer como ser humano en un mundo adverso y cruel, que es regido por un sistema de poder innombrable e inaccesible que oprime al individuo a escala global.

Una habitación recoge a esos náufragos, que nos muestran unos seres infelices, amenazados no por bayonetas o nazis como en la época de Brecht, sino por el vacío, por los sueños olvidados de personas que, en otra habitación, en otra situación, podrían haberse entendido.

«No creo que el traductor, Jaime Siles, haya hecho más que algo muy importante y muy olvidado: dar un castellano directo y con su propia belleza funcional, de teatro, al texto alemán.» 

Extracto de la reseña de Eduardo Haro Tecglen, 21 enero 1996, en El País.

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