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Foto: Juan Ballester
Bienvenidos
JAIME SILES
Los poemas nos ocurren: no se nos ocurren. Son, pues, voces, hechos, actos, a los que no sabemos ni podemos renunciar, aunque sí aplazar algunas veces. Pero esos aplazamientos, cuando se producen, no los imponemos nosotros sino ellos, que dilatan en el tiempo la manifestación articulada de su voz. En ningún caso proceden de nosotros sino de una persona poemática, que es desde la que hablan y que sería erróneo confundir con el yo del autor.
Alguna vez he definido la poesía como una cuarta persona gramatical, como una máscara elocutiva que se apodera durante un cierto tiempo de nosotros y con la que, durante ese tiempo, podemos —mediante un pacto poético— establecer algo así como una identificación.
Ahora bien, esa identificación es sólo momentánea: dura lo que dura su elocución o la escritura del poema, y termina cuando se le pone punto final. Su realidad, por tanto, es otra porque el poema es esa voz elocutiva en la que el yo de quien la dice no se anula, pero sí se suspende, mientras la escribe, como se suspende también el yo del lector mientras la lee.
Escribir y leer no son operaciones diferentes: se suceden la una a la otra, si es que no se producen juntas y a la vez. Un acto siempre es traducción de otro. La escritura no lo deja de ser: traduce instancias de discurso pronunciadas por una máscara elocutiva que no es —o no ese sólo— la del propio yo sino una cuarta persona gramatical, permeable y cambiante
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Cartas a Miguel Hernández Manresa
Manuel Miguel Hernández Manresa, Manuel Miguel (Cox, 4-I-1939 – Elche, 23-V-1984). Fue el segundo hijo del poeta Miguel Hernández y su esposa Josefina Manresa. Sus padres decidieron ponerle este nombre compuesto en memoria de su abuelo materno Manuel Manresa Pámies y su abuelo paterno Miguel Hernández Sánchez, aunque su padre solía llamarle familiarmente como Manolillo o Cuqui, según se puede leer en algunas de las cartas del poeta a su mujer. Así, el 18 de febrero de 1939 escribe Miguel a Josefina desde Valencia: “No te preocupes por mí, que dentro de poco me tienes a tu lado y al de Manolillo”.